martes, 26 de junio de 2007

El Reloj interior


Siento que estoy naciendo de nuevo.
Es que la vida es una sucesión de Decisiones y de caminos....
Cada uno inventa el suyo, lo retuerce, lo hace girar.
Cada tanto se pierde, y también encuentra un nuevo camino.
Porque ningún camino tiene gracia si es una autopista.
Por suerte los caminos tienen vueltas.

Muchas veces creemos que existe un reloj en nuestro interior.
Me animaria a dudar de su existencia.
El tiempo pasa,
El tiempo nos pasa.
Pero no en un eterno tic tac.
La vida tiene ritmo, y el ticatac no es siempre regular.
Por eso no es un reloj.

Yo ya decidi, no quiero estresarme, vivir pendiente y dependiente.
No quiero alimentar la hoguera, que quema vidas, culturas y naciones.
Quiero perderme en esas 12 notas y en sus infinitas octavas.
Parece dificil creer que con ellas se pueda fabricar mundos.

Probablemente no amasare millones, ni sere famoso.
Pero quizas logre tener una vida sencilla.
Y alli encuentre...
La codiciada felicidad.

lunes, 25 de junio de 2007

Extraña Vida


Hoy la tristeza esta ganando, debo rendirme, la lucha se hace casi insoportable.
Los caminos perdieron toda la claridad, me siento solo en una eterna noche.
Quisiera escribir todo lo absurdo y abrupto que pasa por mi cabeza, pero no puedo.
Ya nada tiene sentido, y si nada tiene sentido, yo dejo de tenerlo.
Tengo miedo, de vivir arrepentido y de sentirme incompleto.
Mis tripas se revuelven, mi piel entra en ebullición.
Tal vez deba dejar todo, lo material, lo absurdo, lo que no tiene sentido.
Mi largo sueño puede convertirse en prisión, donde el aire es un bien preciado
Estoy lejos, de casi todo lo que quiero.
No se como volver.
Ahí es donde la senda se vuelve difusa.
Los caminos se vuelven circulares.
Y mi vida queda atrapada en el medio.

miércoles, 20 de junio de 2007

La Barca


La barca estaba allí, en la orilla, meciéndose al compás de las olas. Su vela estaba desplegada, esperando a zarpar.
Tomó el tonel de agua y lo subió a bordo, luego volvió con un cajón de provisiones. Esa mañana había decidido ir más lejos que la última vez, más allá de la última isla.
Estaba a punto de zarpar cuando recordó que había dejado la red, sin ella no llegaría muy lejos. Revisó todo nuevamente y decidió salir. Podía oír el dulce sonido del agua contra el casco y el ruido de las aves que lo perseguían. Salio perpendicular a la costa directo hacia mar abierto, dando la espalda a su tierra natal. En su interior se despidió, llegado el caso de que no volviese.
El sol ya se estaba poniendo y no veía rastro de tierra por ningún lado. La noche empezó a llegar y con ella las primeras estrellas. Hacia el oeste había estrellas que nunca había visto. Afirmó el timón y arrió la vela, dispuesto a dormir. Soñó con tierras extrañas, nuevos valles, costas vírgenes, pero en sus sueños no se sentía completo, se veía solo, y eso, por primera vez lo atormentaba.
Despertó con el sol en la cara, muy transpirado, hizo la vela y siguió navegando hacia el oeste decidido. Lo mismo sucedió por cinco días.
Le quedaban pocas provisiones y tuvo que arrojar la red. Si la pesca era buena podría navegar una semana sin necesidad reabastecerse. Sol obtuvo un par de peces, pero de buen tamaño. Cocinó uno, pero no pudo lo, sentía en su corazón el peso de la soledad.
Al día siguiente vio otra barca muy parecida a la suya, a unas dos millas de distancia. No pudo contener el impulso de izar una segunda vela para darle alcance. Necesitaba hablar y tan solo ver a otro ser humano. Por fin comenzó a acercarse, cuando estuvo más cerca vio al tripulante de la embarcación: era una hermosa mujer.
-¿Qué hace una mujer tan bella en aguas tan profundas?-pregunto.
-Deseo llegar más allá de la última isla-respondió ella.
- Es extraño ver una mujer comandando una embarcación-
-Desde niña soñaba con atravesar el gran océano-
- Por fortuna tenemos el mismo objetivo- le dijo, y por primera vez se animó a mirarla a los ojos. Eran unos hermosos ojos, los mas bellos que había visto, y eran tan poderosos que quedo hechizado, pero llego a decirle-¿Me dejarías viajar contigo?
Ella, que nunca se había fijado en ningún hombre, lo miro y respondió-Lo mismo pregunto-
Entonces ambos callaron y sintieron como nacía el fuego. Pasaron horas con las miradas clavadas, en una conversación sin palabras, y comprendieron la extraña jugada del destino: decidieron partir hacia alguna isla olvidada. Vivieron largos años y jamás disminuyo el calor de su llama.

lunes, 18 de junio de 2007

En alguna calle, en algún lugar


La noche estaba muy oscura, a lo lejos se veían las luces de la ciudad.
Debe estar trabajando- dijo Múrrak preocupado.
No te pongas nervioso- le recriminó Zanay- a estas horas solo trabajan las máquinas, Tirastel no tardara en venir.
Era verdad, en aquella ciudad ningún alma trabajaba por las noches, a no ser que las máquinas tuviesen alma.
Perdido en la ciudad, en una calle, demasiado angosta y demasiado vieja como para que la gente de los niveles superiores la recordase, había un hombre. Tirastel estaba parado junto a un viejo cartel que alegaba “Despacio Niños Jugando”. Él no conocía esa palabra “Jugando”. Un poco a la derecha había un muro de ladrillos, material desconocido en aquella ciudad de vidrio, plástico y metal. Cada uno de ellos tenía muchos años y muchas historias que contar. Él estaba perplejo, se sentía como en un túnel del tiempo.
De repente sintió una alarma interior:
Debo encontrarme con Múrrak y Zanay. ¡Demonios!- se dijo y empezó a correr.
Esa noche habían planeado ver las estrellas. Su abuelo le había contado, que cuando él era niño, por las noches solían mirar al cielo, que estaba lleno de puntos luminosos llamados “estrellas”. Hacía meses que tenían todo planeando y habían decidido encontrarse aquella noche,
Al fin se reunieron. Múrrak fue hacia su aerodeslizador y sacó una caja angosta y alargada. En su borde se leía con antiguas letras doradas “Telescopio Astronómico”.
Zanay y Tirastel lo miraron perplejos -¿Qué es eso?- le preguntaron a coro.
- Es un viejo recuerdo de mi bisabuelo- dijo con aires de sabiduría- Era usado hace muchos años para mirar las estrellas-
Los tres trataron de armar el aparato, pero fue en vano. El cielo mostraba un tenue reflejo de la luna, tapado por unas nubes plomizas. La contaminación atmosférica y el smog eran tan altos que no lograron ver ninguna estrella. Estaban muy decepcionados. Todos sus planes habían fracasado.
Tirastel se alejo de sus amigos y se quedo mirando el cielo. De pronto vio un pequeño y brillante punto luminoso. Llamó a los otros para advertirles y en un par de minutos estaban los tres tirados viendo “La Estrella”.
El cielo se despejó misteriosamente y pudieron ver a la luna mostrando todo su esplendor y otras estrellas, otros mundos. No tenían palabras suficientes para expresar la fascinación que sentían.
En unos segundos el cielo volvió a cubrirse y comprendieron que era hora de regresar sus hogares. Pero, por primera vez en sus vidas, realmente satisfechos y completos.