lunes, 25 de febrero de 2013

Finos Dardos

Noche cerrada,
el momento de atacar

No es la victima dormida su presa,
es el noctambulo despierto

Carecen de veneno,
elijen preciso donde impactar.

Volando entre nubes neuronales,
minúsculos misiles dirigidos a las raíces.

Fibras que lo atraviesan todo,
hasta el descanso.

Luego la pausa,
la tormenta que no llega.

Las nubes que prometieron lluvia,
se van secas.

El viento que decide no soplar mas, 
y disfrazarnos de silencio.

Y la lluvia empieza.
Salada.
Tibia.

De pronto sin aviso, 
es río bravo. 

Al momento amaina,
dejando ese sabor amargo.

Algunos lo taparan con vino.
Otros con distancia.

Y los terceros, engranajes pensantes,
tratarán de separar los gustos.

Así, algún día puedan,
hallar esa neurona amarga.