Desde hace un tiempo, lo único que cuento lo hago por twitter. Cientos de mensajes cortos que intentan comunicar lo que pasa con la causa.
Hay días que también hablo sutilmente, de como me siento yo.
Pero, releyéndolos, me encuentro con que en el fondo, no logro expresar del todo las cosas. Esos 140 caracteres obligan a reducir, recortar, y de alguna manera auto censurarnos.
Es que los últimos 64 días que pasaron desde el reporte de la vulnerabilidad y el ataque informático que estaba sufriendo MSA, fueron muy intensos.
Antes del allanamiento, miedo a que las personas responsables del ataque informático me hicieran daño a mi o a mi familia.
Después, miedo a que la justicia no opere de forma correcta, que me condenen sin pruebas, que la causa sea solo para meter miedo.
Alrededor de esas cosas quedan otras: el desgaste sobre los afectos, el estrés, y la enorme impotencia de ser considerado culpable por amistades.
Si, adentro de MSA, hay varias personas que, mas allá de las diferencias políticas e ideológicas que podamos tener, consideraba amigas.
¿Será acaso que, por estar en contra de los sistemas de votación electrónica que ellos proponen, piensen que no tengo ética profesional?
¿O que consideren que soy capaz de hacer daño en sus servidores solo para demostrar los riesgos?
Están equivocados.
Porque en el momento en que les avisé, pude separar mis propias convicciones, de lo estrictamente ético y profesional.
Les pido, a aquellos que trabajan en MSA con los que compartimos cosas en espacios de las comunidades de software libre, que traten de hacer lo mismo.
Porque con lo que está pasando, perdemos todos.